Querida persona que lee

Valentín Muro
Cómo funcionan las cosas
10 min readApr 20, 2021

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Querida persona que lee,

Lo logramos.

Absolutamente todo lo que hicimos de un modo u otro derivó en que yo haya podido escribir estas palabras y vos las estés leyendo.

Y no es poco.

Hoy comienza el quinto año de Cómo funcionan las cosas, y siguiendo la tradición que inauguré en aquel primer aniversario, para luego repetirlo una y otra vez, desde hace semanas vengo pensando en este momento.

En todas las cosas que tengo ganas de decirte.

Recuerdo la primera vez que me senté a escribir estas palabras, hace ya tanto tiempo. Lo imaginaba como uno de esos discursos de apertura, o incluso el “estado de la unión”. No estoy seguro pero es bastante probable que sin contárselo a nadie haya pensado en alguna pavada del estilo de “estado de la curiosidad”. Porque aunque trato de mantener estas cosas a raya a veces se me escapa lo pretencioso.

Creo que ni vos ni yo hace un año teníamos ni una remota idea de cómo serían las últimas 52 semanas. Se nota en mis palabras y en las tuyas. Si algo marcó al año que pasamos fue la incertidumbre.

Nadie tenía idea de lo que iba a pasar. Nadie tiene idea de lo que va a pasar. Y sumándose a la dificultad de atravesar las aguas propias del devenir temporal estaba la imposibilidad de ver si de hecho habría un otro lado al que llegar.

No sabíamos si en algún momento dejaríamos de hacer pie.

Nadie quiere ser Aquaman. Cantamos “pri” ser Superman, Batman, la Mujer Maravilla, pero nadie piensa en el pobre protector de los siete mares cuando piensa en heroísmo.

Eso es, claro, hasta que nos tapa el agua.

Es entonces cuando el específico conjunto de habilidades de nuestro mitad-humano mitad-atlante sale a relucir y salva el día.

Cuando hace un año nos dijeron que debíamos pasar una cantidad descomunal de horas en casa porque nos iba a tapar el agua, yo supe que era mi momento. Hora de ser Aquaman.

El lunes 30 de marzo de 2020 envié mi primer correo “extra” para las personas del Club de la curiosidad.

Con un sencillo encabezado, me propuse la misión de distraer:

“Toda distracción profunda abre una puerta”, advertía Cortázar.
El mundo está siendo demasiado, y quizá por eso ahora, más que nunca, debemos darnos espacio para la distracción.
Este es mi intento por robarte de la vida real, aunque sea por un ratito.

No había tiempo que perder y desde entonces llevo enviados 148 correos —a veces cinco veces por semana, a veces tres, a veces menos— donde la única consigna es esforzarme por distraer de un mundo que lo hace bastante difícil.

Aquellos primeros meses de encierro fueron las vacaciones que nunca podría haberme tomado de un mundo que se me hace bastante difícil de transitar la mayor parte del tiempo.

De repente ya no habían tantos cálculos que hacer y lo social se reducía a prender o apagar un interruptor. Lo que ni por un momento me permití olvidar era que allá afuera las cosas no estaban bien, ni que muchas personas estaban comenzando el año más difícil de sus vidas.

Gracias a vos y a las personas del Club de la curiosidad, mi vida es bastante excepcional. Literalmente trabajo de explorar mi curiosidad y compartir el recorrido con vos, querida persona que lee.

Pero a diferencia de Aquaman —que cuando no lo llaman para las aventuras porque “era en un lugar re lejos del agua, perdón” se queda al lado del teléfono esperando su oportunidad mientras juega al póker con los delfines— yo me desesperé por pensar en qué podía hacer.

Nunca nadie dijo “¡Es una emergencia! ¡Llamen a un filósofo!”, pero tampoco las personas suelen darle demasiada importancia a lo que pasa donde no pasa nada.

Lo cierto es que nunca tengo idea de lo que va a pasar con lo que hago. Empecé a escribir mis correos cada domingo como una excusa para practicar mi escritura, para repasar los miles de libros que llevo acumulados y para ver si, en una de esas, lograba dar con alguien que quisiera compartir conmigo el placer por asombrarse.

De esto el mayor aprendizaje que logro desprender es que suma importancia tiene tratar de traer algo al mundo reconociendo que no podemos adelantarnos a lo que esto pueda generar, ni a quien puede alcanzar.

“La curiosidad no sirve para nada”, te escribí en alguno de mis correos, buscando sonar provocador.

Pero en cierto sentido es cierto, aunque cabe hacer una salvedad. Muchas veces las cosas que no sirven para nada en realidad cumplen una función que sin mucho pensar solemos hacer a un lado.

La curiosidad sirve para hacernos sentir bien. De una manera especialmente difícil de describir, hay un cierto tipo de placer característico del asombro que es bastante complejo de replicar de otra manera.

Pasé la mejor parte de la última década convencido de que quería cambiar el mundo. Una vez llamé a mi mamá y se lo dije. Había salido de una entrevista de trabajo que salió mal y quería escucharme a mí mismo decirlo, quizá para comprometerme, quizá para intentar guardar en mi recuerdo una imagen en tercera persona en la que mi silueta dibujara un personaje enmascarado en su baticueva.

Desde que te escribo cada semana mi propósito es mucho más humilde. Ni siquiera sé qué significa “cambiar el mundo”, pero tengo muy claro que lo que más me importa es hacerte sentir bien.

Cada tema que investigo, cada palabra que busco, cada chiste malo en cada párrafo es un intento más por ver si en algún lado hay una sonrisa de la que me puedo jactar.

Por eso te escribo a vos, querida persona que lee. Porque el mundo es enorme y no sabría por dónde empezar. Pero es entonces cuando me propongo acercarme a una sola persona con algo que haya llamado mi atención.

Y lo que descubro cada semana es que en realidad tanto nos enfocamos en aquello que nos excede que terminamos haciendo de nuestro mundo algo diminuto.

La curiosidad es, entonces, una excusa para correr el horizonte de lo que conocemos con el mero propósito de maravillarnos, sin importar si debemos quedarnos en casa hasta quién sabe cuando. Por eso es que confío en que si en algún momento no te sentís bien, quizá algún detalle que se te escapó pueda hacerte sonreír.

Ninguna de estas palabras tendría ningún sentido si no fuera porque tu interés por tratar de entender cómo funcionan las cosas es la principal evidencia de la que me aferro cuando todo pierde sentido.

Cuando escribí mi primer correo tomé la decisión de siempre mostrarme. Algo exhausto de la escritura en la que mi mayor esfuerzo debía ponerse en no mostrar que detrás de las palabras hay una persona, a veces incluso llegando a ese absurdo de usar la tercera persona del plural cuando soy yo el que escribe, elegí dejar que la forma en que todo esto me atraviesa fuera un aspecto central de mi escritura.

Quizá hayas notado que en realidad rara vez explico realmente cómo es que funciona alguna cosa. Perdón, quizá debí aclararlo antes.

Y sin embargo cuento con vos.

No lo recuerdo con claridad pero estoy casi seguro de que hace cuatro años, justo antes de sentarme a escribirte por primera vez, no estaba jugando al póker con los delfines. Para todas las aventuras parecía alcanzar con otras personas con mejores trajes y superpoderes.

Pero la curiosidad es mi aventura, y por suerte en algún momento elegiste sumarte vos también.

Gracias, una y mil veces, por darme la oportunidad de brillar.

Es el momento de repasar con vos algunos números del año que pasó:

  • Desde el primer correo se suscribieron 24.609 personas en total, de las cuales luego 3.802 se arrepintieron.
  • En el último año se suscribieron 10.501 personas y 2.236 se arrepintieron.
  • En el último año a 4.237 personas les pregunté si querían seguir en la lista porque habían pasado más de tres meses sin abrir un solo correo. 428 decidieron quedarse y seguir leyendo.
  • Este correo lo recibieron 14.032 personas que leen. Algunas seguro luego se desuscriban.
  • En promedio, cada semana se sumaron 284 personas, un 77,5% más que el año anterior.
  • En promedio, cada semana se borraron 59 personas, un 168,18% más que el año anterior.
  • Luego de reenviar “Cómo funciona ser Papá Noel” en julio de 2020 se sumaron 1.020 personas en una semana. Le siguieron el reenvío de “Cómo funciona aceptar (o no) lo que no podemos cambiar” y “Cómo funciona la paciencia”, con 961 y 832 suscripciones respectivamente.
  • Luego de enviar “Cómo funciona hacerse muchas preguntas”, mi charla TEDx, se desuscribieron 83 personas, el récord histórico.
  • En el último año envié 38 correos distintos que en promedio fueron abiertos por el 53,13% de las personas que los recibieron.
  • En el último año para el Club de la curiosidad envié 162 correos, que incluyeron 4 descuentos exclusivos, varias anécdotas vergonzosas, 437 curiosidades, 148 citas tomadas de mis anotaciones personales, un diario de viaje y todas esas otras cosas que no me animo a enviarle a nadie más.
  • 3 son las botellas de Johnnie Walker Black que tomé escribiendo mi newsletter en el último año, una menos que el año pasado.
  • Las personas que leen sugirieron 154 temas, menos de la mitad que el año anterior, que ya suman unos 819 en total.
  • “Cómo funciona viajar por el mundo” sigue siendo el tema sugerido más veces que aún no escribí.
  • 215 horas con 9 minutos pasé investigando y escribiendo para mis “Cómo funciona”
  • 290 horas con 19 minutos pasé investigando, traduciendo, recopilando, redactando y enviando curiosidades para los correos EXTRA del Club de la curiosidad.
  • 111 libros fueron los que cité y/o consulté para escribir mis “cómo funciona” en el último año. En cuanto a los libros que reviso y descarto, es imposible llevar la cuenta.
  • 11 horas con 18 minutos pasé grabándole videos de bienvenida a las personas que se sumaron al Club.
  • 25 horas con 32 minutos pasé armando diseños y preparando material para redes sociales.
  • 8 horas con 55 minutos pasé trabajando en nomesientobien.com
  • 8 horas con 11 minutos pasé analizando todos estos números y escribiendo este correo.
  • En el último año envié 2 correos de misceláneas y 3 de algunas grandes preguntas hechas por niños.
  • 18 de mis correos fueron reediciones de textos que ya había publicado o enviado antes.
  • 28 días fue el máximo tiempo que pasé sin enviar un correo, 7 días menos que el año pasado.
  • En el último año no tuve ninguna reunión con algún primer mandatario.
  • En el último año pagué $1.338,28 dólares por el servicio de Mailchimp. En total llevo $2.624,61 dólares invertidos en enviar correos. La conversión a pesos sería muy deprimente así que queda de tarea.
  • En el último año doné $115.313 pesos a 13 organizaciones distintas, entre ellas Fundación Huésped, Médicos Sin Fronteras, Hacé Feliz a un Gato, Bicho Feliz, Patitas Glew, Estamos Acá, Asociación Civil Social, Cultural y Deportiva Rodrigo Bueno, Proyecto 4 patas y ACMA, entre otras.
  • Gracias al Club de la curiosidad, mensualmente colaboro con los siguientes proyectos: Parque Podcast, Míralos Morir de Santiago Calori, Hacé Feliz a Un Gato, Bicho Feliz, Médicos Sin Fronteras, Derechos Humanos y Tecnología de Carolina Martínez Elebi, Observando de Axel Marazzi, La Loca del Taper de Dafna Nudelman, Refugio Zaguates, y Qué Pasó Ayer de Eliana Masci
  • Además, en 2020 junto a Julia Bártoli y Eliana Iñiguez coordiné dos campañas de recaudación de fondos para ayudar al personal médico de Chaco. En total juntamos $513,271.08 pesos argentinos ($328,622.85 y $184,648.23, respectivamente).
  • 83 libros fueron comprados en Book Depository con mi enlace, un 66,8% menos que el año pasado.
  • 668 conversaciones comenzaron con uno de mis correos (un 33% menos que el año pasado) y en promedio cada correo recibió 18 respuestas de personas que leen.
  • 75.18% de los correos que recibí en respuesta a mi newsletter fueron respondidos, aunque a veces me tome algunos ̶d̶í̶a̶s̶ meses.
  • En el último año respondí 1.434 correos y aún me quedan 356 por responder.
  • Mi último correo de aniversario recibió 96 respuestas, un 2,12% más que el año anterior. Veremos qué pasa con este.
  • 35 horas con 58 minutos dediqué a responder correos de personas que leen, un 56% menos que el año pasado.
  • 1.418 personas reciben actualizaciones mías a través del canal de Telegram, un 31,78% más que hace un año. También empecé un canal personal que tiene 378 suscriptores.
  • Casi todos los correos fueron escritos bajo el influjo de café, Red Bull o whisky, y la mayoría de ellos escuchando en repeat los discos Tickets To My Downfall de Machine Gun Kelly, Three Cheers for Sweet Revenge de My Chemical Romance, everything means nothing de blackbear, Wake Up, Sunshine de All Time Low, Lovely Little Lonely de The Maine, Love and Loathing de With Confidence. Acá más detalles.
  • Y si en algún momento no te sentís bien, tenés 64 curiosidades que me dediqué a buscar y agregar al final de mis correos para que puedas sonreír… Y que gracias a Eliana Iñiguez podés encontrar ilustrados en nomesientobien.com
  • 341 personas me contaron por qué les gusta lo que hago y cada mensaje es más lindo que el anterior.

En cuanto al Club de la curiosidad, en el último año:

  • 0 libros logré escribir a pesar de mis intentos.
  • Junio y julio del año pasado fueron los meses en los que más personas se decidieron por apoyar económicamente mi trabajo.
  • No hay un solo día en el que no me parezca increíble tener el mejor trabajo del mundo gracias a las personas que creen en mí.

No tienen que ver estrictamente con el newsletter, pero estos números también son su consecuencia:

  • En Twitter me empezaron a seguir 8.614 personas, un 47,93% más que el año pasado.
  • En Instagram me empezaron a seguir 8.534 personas, un 75,24% más que el año pasado.

Gracias por tu generosidad y amabilidad,

Valentín

Cómo funcionan las cosas es un proyecto sostenido por las personas que leen. Si querés sumarte a que el proyecto crezca, y recibir contenidos exclusivos, podés hacerlo por acá.

Lo que leíste es solo la mitad del correo enviado el 18 de abril de 2021.
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