Valentín Muro
Cómo funcionan las cosas
5 min readApr 25, 2018

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Querida persona que lee,

Estoy un poco eufórico y me cuesta disimular lo atolondrado. Espero sepas entender si falta cohesión y sobra entusiasmo en mis palabras.

Luego de mencionar una y mil veces que hay años, meses y días que no son, el último año fue, indudablemente, un año que no sólo fue sino que estuvo hecho de palabras. Quizá, para no faltar a la honestidad, fue mi primer año genuinamente hecho de palabras.

Como ya me conocés, me es imposible contar una anécdota sin ir tan atrás como pueda. Seguramente no sea pertinente comenzar por los dinosaurios, pero quizá sí con algunas cosas que no te conté sobre lo que pasaba en mi vida hace un año, justo antes de conocernos.

Me cuesta mucho pertenecer. Siempre demasiado esto para aquello, y demasiado aquello para esto. Me sumo a proyectos y suelo terminar yéndome, emocionalmente exhausto. Aún me cuesta mucho hablar de algunas de mis experiencias colaborativas y por eso no es lo que quería contarte.

Como no puedo evitar intuir que el problema mayormente está en mi y no en los demás (y porque si estuviera en los demás no sería algo que yo podría cambiar) fue hace poco más de un año que me terminó convenciendo la idea de inflar el pecho, ponerme en puntas de pie y animarme a salir a buscar a las personas que, por algún extraño motivo, quisieran leer lo que se cruza por mi cabeza, una vez por semana.

Mayormente inspirado, y alentado, por conversaciones con Axel, aquel domingo de abril envié lo que sería mi primer correo. El asunto era “Cómo funciona este newsletter” pero, entre nosotros, fue un título un poco engañoso: no tenía ni la más remota idea de cómo iría a funcionar todo este asunto. Peor aún, no tenía idea de si era posible que funcionara.

Aquel correo abría, sin preámbulos, con una entrevista hermosa que hace un tiempo le hicieron a Pete Holmes, uno de mis comediantes favoritos. El periodista le preguntaba si no le parecía “extraño” que tanta gente supiera tanto acerca de su vida personal. Pete, sin titubear, le explicaba que lo extraño era que a él eso no le resultara extraño.

“Es muy liberador. Creo que gran parte del dolor en la vida de las personas surge de no abrirse lo suficiente respecto de lo que piensan, lo que sienten, lo que les gusta y lo que no les gusta,” explicaba.

Y, si hay algo que me motivó a comenzar el demencial hábito de escribirte un correo por semana luego de decenas de horas de leer sobre un tema en particular que capturara mi atención, fue el dolor. El dolor de no pertenecer, de sentirme un bicho raro en cada insectario o, en términos más humanos, fuera de lugar en cualquier lugar.

Y fue a partir de abrir este dolor, usado como palanca y no como excusa, que encontré infinito placer en compartir el infinito placer que me provoca explorar mi curiosidad. Las horas leyendo sobre una y mil cosas que no le interesan a nadie las iba a transitar igual, el esfuerzo estaría en encontrar a quién contárselo. Imposiblemente afortunado me sentí al encontrar que las cosas que no le interesaban a nadie en realidad le interesaban a personas que leen, como vos.

Otra de las premisas con las que comencé esta aventura fueron los consejos de Austin Kleon respecto de a quién estamos buscando impresionar. En aquel comentario Kleon decía que si tenemos suerte y un día acumulamos una gran audiencia, lo más probable es que sólo de un puñado de esas personas nos interese realmente su opinión.

Lo que debemos hacer, entonces, es tratar de identificar a las personas para quienes escribimos y seguir escribiendo para ellas. “En ese puñado quizá haya amigos, algún escritor muerto, nuestra pareja, o incluso nosotros mismos.”

Refugiado de las redes sociales, confieso, es tu opinión la que me importa. Cuando alguien se borra de la lista inmediatamente pienso en todas las personas que no lo hicieron. Y cuando me preocupo, la mayoría de las veces sin fundamentos, de a quién podría importarle lo que tuviera para contar, me siento a escribir otro correo para descubrirlo.

Hoy, pensando en qué más podía contarte, me puse a pasar en limpio algunos datos sobre este primer año de cosas, correos y funcionamientos:

  • Las personas que leen sugirieron 175 temas.
  • “Cómo funciona viajar por el mundo” es el tema sugerido más veces que aún no escribí.
  • 1992 personas se suscribieron.
  • 82 personas se borraron de la lista.
  • 36.977 correos fueron enviados, de los cuales 21.089 fueron abiertos.
  • En promedio, 61.09% de las personas que leen abren mis correos.
  • En promedio, 13.58% de las personas que leen hacen clic en alguno de los links que hay en los correos.
  • Una sola vez alguien marcó un correo como spam, y un poco me molestó porque nadie la obligó a suscribirse. Ay, estos humanos.
  • Cómo funciona mirar por la ventana del colectivo fue el correo con el que más personas se desuscribieron (10), pero al mismo tiempo luego de este correo fue con el que más personas se suscribieron (149) en una semana.
  • 2 libros de Filosofía y Cultura Popular regalé a personas que leen.
  • Un libro muy lindo le regalé a una persona que lee que me escribió contándome que cumplió años y ni sus compañeros de trabajo ni la chica que le gustaba lo saludaron. Lo recibió y le gustó mucho, me dijo.
  • 5 cafés compartí con personas que leen que además querían conocerme.
  • 349 conversaciones comenzaron con una respuesta a mis correos, con 7 personas que leen en promedio por cada uno.
  • Los correos que recibieron más respuestas fueron Cómo funcionan los abrazos (20) y Cómo funciona hacer amigos (19).
  • En Medium los correos recibieron en promedio 22 recomendaciones.
  • 440 personas reciben casi todos los días alguna actualización mía a través del canal de Telegram.
  • Casi todos los correos fueron escritos bajo el influjo de café, whisky o Chardonnay, y la mayoría de ellos escuchando el disco “Lovely Little Lonely” de The Maine en repeat.

Aconsejando sobre cómo escribir, Kurt Vonnegut decía que debemos escribir para satisfacer a una sola persona. “Si abrimos la ventana y le hacemos el amor al mundo, por así decirlo, nuestra historia se agarrará neumonía.” Y este consejo es, sencillamente, lo que trato de tener presente en cada uno de mis correos.

La semana que viene nos embarcaremos en alguna otra aventura que, si todo sale bien, probablemente nos sorprenda tanto a vos como a mí. Por el momento, espero que este, y todos mis otros correos, te hayan gustado.

Te mando un abrazo grande,

Valentín

Cómo funcionan las cosas es un proyecto sostenido por las personas que leen. Si querés sumarte a que el proyecto crezca, podés hacerlo por acá.

Este correo fue enviado el 22 de abril de 2018.
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